domingo, 24 de mayo de 2009

Pobre tipo

Había una vez un tipo al que le pasaban las cosas. Él no tomaba decisiones, las decisiones le tomaban a él. Si tenía ganas de comer un pan con jamón y atún, simplemente no buscaba las cosas en el refrigerador. Tomaba lo que estaba a la vista. O esa vez que se iba de vacaciones a Puerto Rico y no quedaban boletos. La señorita que lo atendió le ofreció un viaje a Colombia y él lo tomó. Cosas buenas le pasaron a ese tipo, cosas sorprendentes, pero también otras muy malas. Era como una veleta. Su trabajo se lo conseguían amigos, lo despedían de estos. De vez en vez era amado por mujeres y también dejado por ellas. La vida le pasaba y él se movía con ella.
Dentro de las cosas malas, estaba la desazón de su vida. Si bien le habían llegado cosas muy buenas, sentía que se conformaba, que no las conocía y que quizá no eran lo que él quería. Pero, después de todo ¿qué era lo que quería él?
Un buen día se desprendió de todo lo que tenía (lo que, dicho sea de paso, no le costó tanto como alguien que vive la vida real, puesto que al no elegir las cosas, poco compromiso había en ellas) y emprendió un rumbo en busca de su deseo. Un rumbo ilusorio, utópico y prometedor.
Lo que este tipo olvidaba era que no es tan fácil cambiar de naturaleza. Así pasaron los días, los meses y los años tratando de que su deseo llegara a él.
Así hasta que un día le pasó un camión por encima. Pobre tipo.