domingo, 4 de abril de 2010

La Moda

In the world of fashion one day you're in
and the next day you're out

(Heidi Klum)

¿Quién no opina que para estar en el mundo de la moda hay que ser despiadado? ¿frío? ¿feroz?
Y cómo no serlo en toda esa vorágine de imágenes que nace, gira y vive en torno a ellas.
Ellos, los expertos, son los que señalan lo que es belleza. Y nadie que no esté en ese círculo podría ponerlo en duda, pues es un círculo autopoiético (y alimentado además por el deseo del resto de los mortales comunes y corrientes que les damos autoridad en el tema).
Lo que me parece paradójico es el hecho de que estos expertos-mandamases-vacas-sagradas no son esas figuras esculturales de las revistas. Son seres humanos físicamente igual -o aún peores- que cualquier persona de la calle. Basta con ver a Anna Wintour que es la diosa de esa esfera y hasta tiene joroba de lo vieja que está. ¿Y ustedes creerán que ella ha hecho algo por reivindicar a las mujeres de su edad entorno a la belleza o la moda incluso? Tengan por seguro que esa idea nunca ha cruzado por esa rubia y anciana cabecita.
En el documental “The september issue” (2009) pueden ver más claramente de lo que estoy hablando. Mi personaje favorito es Grace, una fotógrafa ex-modelo quien lamentablemente está desperdiciando gran parte de su poder creativo por estar a merced de los cánones actuales de hermosura. Ella misma se queja de no poder añadir a Vogue imágenes con desenfoques, que muestren el movimiento. Dice que es lamentable que en la actualidad queramos que las cosas sean tan nítidas. Es un pensamiento que comparto totalmente. Estamos en la búsqueda constante de una perfección que nadie conseguirá.
Me pregunto ¿la belleza estará destinada a estar por siempre fuera de uno? ¿Qué es lo que nos hace poner referentes cada vez más ideales y lejanos a lo físicamente posible? ¿Qué es lo que hace falta para que queramos ver a gente “normal”?
Una de las razones debe ser el carácter preponderante de lo visual en nuestra forma de percibir. Recibimos tanta información visual que, para registrarla, acabamos por clasificarla en diferentes cualidades: agradable, desagradable, propio, ajeno, real, irreal, etc. Y como en todo sistema humano, comienzan a gravitar leyes en torno a esas categorías, que son a su vez sistemas ordenadores de éstas. Finalmente se logra algo así como un consenso y surge una ciencia de experticia que se encarga de tales o cuales cualidades. En este caso emerge una “modología”, que vendría siendo un saber sobre la moda o la belleza. Necesitamos la ley de la moda para que dicte los referentes de lo bello por nosotros, aunque creamos que es injusto. La belleza es uno de muchos fenómenos simbólicos que no se puede dictar de forma individual. Por estar dentro de un sistema humano habrá un lugar para los expertos en moda, como lo hay para un montón de otros expertos.
Esta reflexión me deja lugar a un montón de otros cuestionamientos, como la aleatoriedad de la evolución en la moda, marcada por millones de micro-hitos que se suceden uno tras otro y en la que nadie podrá controlar su desarrollo. Es decir, en moda cualquier cosa podrá suceder, dado que no existe una ética en ella. Nadie en ese mundillo se responsabiliza o se pregunta qué consecuencias tendrá tal o cual trend que decidan imponer. Es efectivamente una vorágine sobre la que hay poco control, dado en parte porque es tan difícil controlar fenómenos culturales como este, que pareciera que tuvieran una inercia o vida propia.
Yo creo que ni Heidi Klum podrá decidir cuándo ella misma se va a poner “out”.