martes, 18 de diciembre de 2012

Aceptar

Alternar el modo heavy con el modo light
como siguiendo una pulsación natural
encontrando un ritmo parecido al de la vida
(esa que da y que quita)
que hace posible aferrarse y arriesgarse
soltar y arriesgarse otra vez

El sonido pulsátil te recuerda
que no se escapa, siempre se vuelve
que no se vuelve, siempre es algo nuevo
Apreciar esa novedad con esencia
con  tu esencia
es aceptar.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Una opinión y exigencia


El otro día, a propósito de la muestra actual del CCPLM, pensaba en el arte de los tiempos de guerras mundiales: pollock, los surrealistas, los pintores abstractos. Imaginé que todos surgieron buscando la libertad, ofreciendo al mundo su libertad contenida en sus cuadros: la realidad no podía ser como estaba siendo contada hasta ese momento, debía haber más, algo más allá, algo desconocido, eso inaccesible socialmente, que sólo fue posible artísticamente de acceder. Desobedecer a las formas, a la realidad, acceder a una subjetividad más que a buscar una verdad objetiva. La verdad no estaba en la generalidad y en las buenas formas.
Pienso que el arte debe contribuir al mundo real, a la sociedades planteando el complemento, el tiempo futuro, el deseo y la necesidad humana.
La pregunta ahora es: qué es lo que debería mostrar el arte contemporáneo? Qué es lo que nos está mostrando? Qué es lo que debe y sólo puede ser expresado a través del arte? El arte es el precursor de la historia de la humanidad, para eso existe y lo creo con convicción, con una certeza pseudo psicótica.
Pienso seriamente que deberíamos superar nuestra noción de individualidad. La persona está sobreexaltada, en desmedro del nosotros, del somos. Quizá es hora de darnos cuenta de que no somos cosas distintas tú, yo. Somos todos uno. Creo que esa es la misión a comprender y emprender.
La paz es un concepto que ha andado revoloteando desde hace décadas. Se quiere calar en las reglas de la vida. La gente la desea. Mientras no respetemos a los otros como a nosotros mismos, pero en un sentido muy concreto y real, no habrá paz. La gente habla de la paz, pero no sabe cómo llegar a ella. O sabe, pero no lo intenta, porque hay una brecha aún entre la realidad de los hechos, las acciones y las ideologías. Nadie, o pocos, llevan una vida coherente con sus principios. Pocos se atreven a esa radicalidad. Se cobijan cual palomas en el entretecho bonito de la gran casona de la sociedad. Después de todo, es la casa más bonita, con más recursos y es un lugar seguro. Pero ninguna de esas palomas es libre. No saben volar porque pocas son las que han dado el ejemplo. Como nadie sabe mucho de ellas luego de que desertan. La mayoría retoza en la comodidad de lo normal, lo común, lo conocido, haciendo vivir como dioses a las columnas que sustentan la casona, el saber establecido y las buenas costumbres, entre otros. Las burocracias y los protocolos. Quizá por eso mucho del arte tiene una dimensión social: trata de denunciar, de poner en evidencia el encierro, la falta de alas.
Pero nos falta el otro arte, ese que te indica la dirección a seguir, ese que te desviste de los andrajos y te pone ropa nueva. Ya basta de denuncias, vamos al paso siguiente