martes, 3 de agosto de 2010

Día Equis

25 de mayo. Hace un día frío. Ella se despierta con la sensación de que es mucho más temprano de lo que realmente es. No logra salir de su sueño... ¿cómo mi gata va a estar teniendo mascotas si está operada? Los dos mundos se mezclaban, el de los sueños y el de la realidad. Se da cuenta de que está en su cama, en su pieza y el primer reflejo es mirar el reloj: 9:45 am.

Elije frutas esta vez, “Ayer ya tuve suficiente exceso de grasa” piensa. Como todas las mañanas calienta su leche blanca -entera- al microondas. 2 minutos. Y un tercero para contrarrestar el frío que hace. Y más potencia. Toma una manzana y la lava. Toma un kiwi y lo lava. Busca plátanos... no hay. Pela el kiwi, parte la manzana por la mitad. “No podría comerme una entera hoy, no tengo ganas” dice. Los pone en un plato y los pica. Miel.

Lee segundos, minutos. Para de leer y anota “Esto implica un continuo proceso de citas en la palabra. En general nadie puede hablar sin citar” en el teclado de su notebook. Suena el teléfono. Ella baja las escaleras y lo toma. “¿Aló?” No hay nadie al otro lado de la línea. Corta y sube las escaleras.

Se saca la bata, el pijama y busca más ropa con la rapidez que otorga el frío. Se pone un pantalón de buzo, calcetas, polainas, sostén, una camiseta y un polerón con capucha o hoodie. “Así mato dos pájaros de un tiro” dice. Elije un abrigo de polar con forro estampado de leopardo. Zapatillas, banano, sale de la habitación.

Corre, corre, corre. Siente su respiración agitándose, en las piernas siente cómo el ácido láctico va afectando sus músculos “Por lo menos ya se me quitó el frío... La vereda de una autopista siempre es solitaria”. No le gusta la idea de que alguien aparezca y arruine el paisaje de cielo helado. “Que bueno que no traje música. Así estoy más en el aquí y el ahora”.

Su amiga abre la puerta y le grita que pase. Ella abre el pestillo de la reja y pasa. “Estoy limpiando todo este chiquero que dejaron mis adorados” dice la amiga. Hablan de cosas cotidianas, como recetas, mascotas, lo aburridos que son los comerciales de radio, lo que han hecho estos días, una que otra anécdota. Mientras hacen esto se pasan el pucho luego de dos fumadas cada una.

Verduras, “oh que rara esa fruta ¿será dulce o salada?”, pan, leches, desc.., choco.. ¡crema! Caja chica. Busca rápidamente el resto de las cosas y hacen la fila en silencio, mientras miran con desagrado a la cajera lenta. Salen del súper y se despiden, con alegría de haberse juntado. “Apúrate antes de que se te acabe la luz verde” le dice la amiga. Corre, corre, corre.

Siempre le han extrañado esas torres que están cerca de su casa ¿serán dañinas? ¿Que pasa si ellas son la culpa de que ella no esté casi nunca en su casa? Mientras piensa esto escucha el típico zumbido de la electricidad fluyendo por fierros y cables. Siente que la vibración de energía le atraviesa el cuerpo mientras ella camina por esa vereda mirando hacia adentro. “Cuando me vaya de aquí voy a ser una seca. Ya nada me va a intervenir el cerebro” piensa.

Sueña, sueña, sueña, sueña. "Si sigo viviendo en mi cabeza, un día de estos voy a desaparecer. Va a ser como "¡chiup!" un hoyo se abrirá en el tiempo y el espacio, me tragará y ni siquiera me voy a dar cuenta de que ya no existo

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